“En mi cabeza, desde el año pasado, si tuviera una oportunidad, me gustaría ver cómo se hace ese perfume y aprender… ¡Contad conmigo! Así es como empezamos a hacer los aceites de romero, de caléndula, de naranja…”
Clotilde, vecina de Tres-Barrios Amate y participante en el taller Terpenos en el aire.
La creación del perfume Jardines en el aire por Barnabé Fillion y sus aceites esenciales, con especies vegetales presentes tanto en Tres-Barrios Amate como en el resto de la ciudad, fue un estupendo punto de partida para Terpenos en el aire. Este es el peculiar nombre del taller que tomó el relevo de la experiencia de 2020 para seguir explorando las posibilidades que ofrece nuestro entorno natural más inmediato, el que podemos encontrar en la casi totalidad de las calles de Sevilla. El objetivo: que sus participantes pudieran crear sus propios cosméticos naturales, sostenibles y de cercanía.
Pero si de ingredientes se trata, para su puesta en marcha, los aceites esenciales de esta iniciativa los conformarían las personas y entidades que nos ayudaron a levantarlo.
La acción la encabezó Dolores Garvi, experta en química y destilación de Bosque Anxanar, una entidad dedicada al estudio en materia de aguas, ambiente y salud con gran interés en la investigación y formación sobre cosméticos naturales. Con ella colaborarían el grupo TAR de la EPS Universidad de Sevilla y Thibault Pradet, que ya desarrolló su labor mediadora en la elaboración del perfume. El equipo docente estaba preparado y el centro educativo SAFA Blanca Paloma abriría sus puertas para ser la sede de los talleres con un aula que se transformó en laboratorio químico. Para ello, contamos con el diseño del mobiliario por José Sánchez-Laulhé y Paula Fernández del taller T11, y que a su vez fue financiado por Ecosistema 41 gracias a las donaciones obtenidas con el perfume.
Fundamental fue también el impulso y aportación de Thermo Fisher Scientific, empresa que equipó el laboratorio y a los jóvenes científicos de las herramientas científicas necesarias. Las balanzas, embudos de decantación, vasos de precipitados, recipientes para hidrolatos y aceites esenciales o las batas de protección forman parte de los materiales donados por Thermo Fisher Scientific al proyecto.
Por supuesto no olvidamos los protagonistas de Terpenos en el Aire, entre los que ya conocemos un poco a Clotilde. Como hemos visto, una vez que María José, de AES Candelaria, se dispuso a reclutar a los futuros alumnos, no hubo mayor dificultad. El taller se dividió en dos turnos: uno para los más pequeños y otro para los adultos, que finalmente resultarían ser mayoritariamente sus madres.
La primera jornada del taller arrancó en una aún soleada y calurosa tarde de octubre. Siguiendo las precisas instrucciones de Dolores Garvi, los chavales empezaron a destilar aceite esencial e hidrolato de romero y a macerar pétalos de caléndula en aceite de oliva virgen que destellaba cálidamente en sus botellas gracias a los rayos de luz que entraban potentes por la ventana. Era sólo el comienzo.
Desde entonces las tardes de los martes se sucederían rápidas e intensas. En cada jornada, podíamos ver como los participantes iban adquiriendo soltura a la hora de enfrentarse tanto a ingredientes como a instrumentos. El primero de sus logros no tardaría en llegar: un jabón de caléndula –de magnífico aspecto– que tendríamos que dejar macerar un buen número de días hasta que alcanzara el nivel de pH apto para su uso. Pero el trabajo también dio paso a la reflexión y el aprendizaje. Uno de esos momentos llegó de la mano de Pedro Barroso —que forma parte del profesorado del centro SAFA Blanca Paloma y cuenta con una amplia experiencia en investigación química—. En su visita nos ayudó a descubrir cómo la contaminación de nuestra ciudad afecta al patrimonio verde más inmediato: el que nos rodea en plazas, calles, parques o jardines. También la posibilidad de cómo la vegetación puede ser utilizada como medidor.
Mientras avanzábamos, las estanterías del laboratorio se llenaban con nuevos frascos de aceites esenciales e hidrolatos de las destilaciones, que cada semana se dedicaba a uno de los aromas del perfume “Jardines en el aire”, y de nuevos ejemplares de jabones, como el de aceite de naranja que, con el procedimiento indicado, incluía las necesarias dosis, entre otras, de aceite de oliva virgen, de coco o manteca de karité.
Entre otras cuestiones, algunos de estos ingredientes facilitaron nuevos descubrimientos. A Clotilde le suelen hacer llegar desde su país manteca de karité que le ayuda mantener a raya la sequedad en la piel. Ella siempre se preguntó como utilizar esta materia prima para que sea más sencilla de aplicar, especialmente en el frío del invierno. Dolores le invitó a traer la manteca al taller, donde finalmente descubriría la solución a su problema en uno de los productos que crearían.
El trabajo comenzaba a dar sus frutos intangibles. Al actual auge de la cosmética natural acompaña una labor de difusión que Bosque Anxanar trata de llevar a cabo. Y a todos los asistentes nos sorprendió que muchas de las materias primas utilizadas formaran parte de un entorno vegetal urbano. Precisamente Dolores Garvi comentaba: “vivimos rodeados de muchísimas plantas que conocían nuestros antepasados. Pero se ha perdido esa cultura popular sobre sus propiedades. Por ejemplo, si usabas un aceite esencial de romero verberona resultaba un expectorante magnífico. Hay complementos naturales que pueden acompañar a ciertos tratamientos médicos, como cuando te duele la barriga y te tomas una infusión”. “Hemos perdido el saber de nuestras abuelas”, indicó con acierto Dolores al referirse a esas pequeñas recetas que, por ejemplo, aliviaban la sequedad de la piel.
Plantada la semilla, de forma paralela, nos fuimos dando cuenta de que el taller abría un nuevo espacio, especialmente para las mujeres del barrio que formaban parte del segundo turno. Un espacio abierto de empoderamiento, a la creación y al tiempo para cuidado personal de un sector de la población que precisamente, en muchas ocasiones, está dedicado al cuidado de los otros.
La satisfacción también vino a través de los resultados tangibles que iban obteniendo: un exfoliante labial con aroma de cerezas en varios tonos o nuevos bálsamos labiales de excelentes propiedades hidratantes. Cada tarde en el laboratorio era un ejemplo de aprovechamiento de tiempos y recursos: cualquier pausa se utilizaba para cortar el jabón de la semana anterior o para la limpieza de los instrumentos del laboratorio.
Surgieron nuevas cuestiones a considerar: las diferencias con los productos comerciales que podemos encontrar en cualquier tienda.
Dolores Garvi, de Bosque Anxanar nos lo aclaró: los que estábamos fabricando, por su composición, cuentan con una calidad y beneficios dermatológicos como mínimo iguales. En muchos casos, bastante mayores que la media. Y es que los industriales suelen contener unas bases de parafina, un componente derivado del petróleo muy asequible económicamente, pero sin las propiedades nutritivas que sí aportaron los aceites vegetales que estábamos empleando.
Para acabar, llegaba un momento cumbre. Cada uno de nuestros aprendices consiguieron con éxito la emulsión de ingredientes en sus proporciones y momento adecuados. El resultado ya lo están disfrutando en sus casas: una crema corporal de estupendas propiedades hidratantes, libre de químicos artificiales y parabenos.
Y con la manteca de karité de Clotilde como uno de sus componentes en alguno de los tarros.
El taller se acercaba a su fin y dedicamos una de sus jornadas a seguir indagando en los usos de los aromas vegetales locales que se habían ido destilando en el laboratorio a lo largo de estas semanas. Esta vez, tomando la forma de unas velas de cera de abeja. El laboratorio de Safa Blanca Paloma se volvió a llenar de fragancias bajo la supervisión de Thibault Pradet. Estas aromáticas luces tendrían un especial protagonismo. Hasta 1.000 de ellas formaron parte de ‘Fábulas Quiméricas’, la celebración del solsticio de invierno y de los trabajos desarrollados durante 2021.
Para disfrutar de una de esas velas y del perfume "Jardines en el aire", solo tienes que colaborar con el proyecto, y a cambio recibirás un frasco y una vela aromatizada gracias a los nuevos packs.
La creación de este nuevo laboratorio en el Safa Blanca Paloma ha sido posible gracias al impulso de su equipo directivo, al apoyo de Thermo Fisher Scientific y de vuestro mecenazgo recibido en la campaña de perfume, nuevamente abierta y con novedades en la web jardineselaire.com
Los objetivos de la creación de este nuevo laboratorio fueron : abrir un equipamiento intergeneracional para el barrio / mejorar el conocimiento de los recursos locales / combinar arte y ciencia en los procesos de aprendizaje creativo / mejorar la difusión de la ciencia en el barrio / crear productos obtenidos de la renaturalización urbana.